La vida Onírica

Oniros, uno de los mil hijos de Tánatos, conocido también como Morfeo por su capacidad de tomar la forma de seres humanos y mostrarse en sueños.

miércoles, 22 de julio de 2009

De piedras y verdades

Soñé que me vestía de piedra. Era raro, pero me ponía algo así como un poncho gris, y más que vestirme, me transformaba en una piedra. Sabía que era dura, pero en un momento me quise ir a dormir a mi cama, y encontré una fisura en mi roca, donde apreté y la piedra se partió en dos lentamente, como si bajara un cierre. Hizo ruido, un ruido de quiebre, muy lejano; otra vez esa sensación de una vibración dentro mío. No sé cuantas veces se repitió la escena, pero tengo la impresión de que el cierre lo bajé en varias oportunidades, escuchando siempre el mismo ruido.También soñé que algo malo pasaba, que me mentían, o me lastimaban, o algo. No sé explicarlo, pero era la sensación de que algo estaba mal. Era como pensar en mí en tercera persona. Allí estaba mi abuela materna (que está viva, aclaro), y yo le recriminaba algo a ella, porque le habìa mentido a alguien (pero ese alguien era yo). Ella decía: "la verdad se dice de lunes a miércoles". Yo le contestaba alto, fuerte y claro para que entendiese: "No, la verdad se dice de lunes a lunes". Sentía rabia e incredulidad por sus palabras, y por las mìas se me inflamaba el pecho. Sé que el sueño tenía un tinte sexual de algun tipo, sé que había alguien más... pero es sólo una sensación. Me desperté con la frase dicha a mi abuela resonando en mi cabeza...

Y no recuerdo más...

viernes, 17 de julio de 2009

Habitaciones turquesas

Soñé que estaba en el interior de un departamento en el cual vivía con alguien más. Pero no me sentía bien ahí, estaba incómoda y deseaba irme. Las paredes eran de un color turquesa apagado, que a veces mutaba a gris, como en una película en blanco y negro. De repente estoy en un pasillo, frente a una puerta blanca. Recuerdo que todo era de colores muy claros, y oigo una voz que me dice que ése era mi nuevo departamento. En seguida entro, y me doy cuenta que el lugar era exactamente igual que el anterior, con la diferenta que el turquesa era muy intenso, y en ningún momento cambiaba de color. Estaba embelesada con la vivacidad del color, que parecía brillar, que me hipnotizaba. No sé cuanto tiempo lo miré, pero recuerdo tan nítido el turquesa de las paredes que me provoca verdadera fascinación. Traspaso un umbral para ir a lo que se supone que era la habitación, y me veo en una habitación también turquesa, pero la mitad superior de las paredes y el techo eran blancos. Lo más raro del lugar, es que el piso estaba inclinado hacia delante y abajo, y que era larga, muy larga. Al fondo, se veía una cama grande, de esas que tiene como un techo -no sé cómo se llaman-, pero el techo era como el techo de una casa. De hecho, lo que en principio era la cama, luego se convertía en una casa. La habitación de mi departamento ahora tenía pasto por piso, y habían más puertas que llevaban a otras casas. Me veo sentada tomando mate y comiendo bizcochos, hablando con dos hombres. Hay alguien más, algo así como una voz amiga, que me los presentó. Se termina la merienda y los saludo, despidiéndome, y le digo a la presencia amiga que quería que me presente un par de chicos, pero unos que estén buenos, no como esos que no me gustaban para nada. Y empiezo a correr. Me tenía que ir, tenía prisa por saludar a todos e irme no sé a donde. No sentía el movimiento de las piernas, sólo como que corría sin sobresaltos, deslizándome sobre el pasto. No sabía si con la velocidad que alcanzaba podía frenar para saludar, tenía miedo de llevarme a alguien puesto, pero no podía disminuir la velocidad, y tampoco podía porque no tenía tiempo. Hice varios intentos para saludar, que no sé si fueron fallidos o no, pero en uno de ellos, veo a un hombre y a un chico -el nene me recordaba mucho a mi sobrino- y quiero saludar al pequeño, pero otra vez tenía miedo de lastimarlo. De éste no recuerdo más.
En el de ayer, yo podía verme como si estuviera en una pantalla. Venía corriendo sonriendo, pero tenía como doce o catorce años. Es difícil de explicar, porque si bien sabía que era una niña, era igual a lo que soy ahora, nada más que más delgada y con el pelo como lo usaba antes. Creo que lo que más idea me daba de pequeñez, era el hecho de verme venir corriendo por un lugar en donde íbamos con mi familia cuando era chica. Fue tan raro verme venir corriendo, y hasta creo haber llevado colgado del hombro una mochilita en forma de corazón que usaba para guardar las cosas de las muñecas antes. Pero ahora estoy confundida con este detalle, tal vez se me ocurrió ahora, no lo sé.

domingo, 12 de julio de 2009

De roba novios y apedreadas...

Anoche tuve dos sueños, y ambos fueron bastante angustiantes.

En el primero, estaba en un lugar junto a una amiga, y entonces llega Marcos (un amigo con el que hay cierta tensión sexual, por llamarlo de alguna manera) a verme. El problema es que yo no me decido a tener algo con él. Me encontraba sentada a una mesa, y apoyaba mi cabeza en mis brazos cruzados, y veía como mi amiga le tiraba miradas indiscretas y sugerentes (en la vida real no se conocen). Empiezo a ponerme celosa, pero por supuesto que fingí que no pasaba nada. Entonces, mi amiga pasa a ser otra amiga, pasa a ser Verónica (mi compañera de trabajo), y de sólo estar camina hacia una ventana y se saca la ropa, para luego volver a sentarse al lado mío. Yo no podía creerlo, pero cuando miro a Marcos que estaba tirado en un sillón frente mío, veo la imagen borrosa; todo él era una gran mancha beige, y agudizando la vista, puedo ver que también estaba desnudo… Entonce Vero me dice: “¿ves? Vos tenés que relajarte más…”, como si sacarse la ropa frente a cualquiera ayudara a entrar en confianza.
En todo momento yo sentía rabia por que sabía que ellos dos tendrían algo, y también celos; pero me calmaba pensando en que era ridículo tenerlos, porque no tenía nada con él ni sentía nada por él. Sólo era mi orgullo.
No sé que pasa después, pero se ve que pasaron un par de días, por que le pregunto a Vero en el trabajo que qué onda con Marcos, a lo que me dice: “Barbi, es pura pasión el flaco… tenés que darle”. Ahí mis sospechas se volvieron certezas, y más celos aún, y remordimientos porque tuve la oportunidad de probar esa pasión y la deseché. Le pregunto que cúando fue la última vez que lo vio, y me dijo muy tranquila que esa misma mañana, porque se había quedado a todo el sábado y domingo con ella, y recién se había ido el lunes a la mañana. Yo estaba que explotaba de la incredulidad, y le decía que no se confunda con Marcos, porque ella no sabía leer en los ojos de él como lo hacía yo. Tenía una discusión mental con ella, y yo misma me respondía. Ella (yo) alegaba que era muy apasionado y que la quería, pero yo le decía que el era frío, y que habían cosas que le dolían aún y que no se enamoraría de ella, que sólo era sexo. Y en un flash veo los ojos celestes de Marcos, y siento que los traspaso y que puedo ver su cabeza. Fue rarísimo, pero no recuerdo más.

En el otro, todo lo vi en primera persona. Estaba en un camping o una plaza, junto a muchas personas. Creo que habían familiares, pero no logré reconocer a nadie demasiado. Lo único seguro es que entre esa gente me sentía segura. Era de día, y por alguna razón me veo caminando por un campo verde, y delante de mí veo algo que me perturba. No sabría decir que fuera una persona, porque en ningún momento vi nada, sólo tenia la sensación de algo amenazante. Camino a prisa a buscar al gentío en el que estaba antes, pero cuando llego bajo el árbol en donde estaban todos antes, ya sólo quedaba pocos, y no me daban sensación de seguridad. Debía de esconderme, porque el peligro estaba cerca. Alguien me quería apedrear, lo sabía. Corro por el lugar, y me doy cuenta de que estoy en el complejo de edificios donde vivía uno de mis primos antes; lo veo a él y le pido permiso para entrar con el chico a su casa y escondernos (porque ahora resulta que llevaba de la mano a un chiquito de apenas dos o tres años conmigo), pero me dice que no, que no es seguro. Miro la escalera que me sube a los pisos de arriba, pero la voz de mi primo me advierte que ahí también me encontrarían. Sigo corriendo por el lugar, tratando de evitar los lugares a campo abierto. Por suerte, llego al frente de un edificio, donde había un nenito muy chiquito parado en la puerta. Veo que el lugar es lo mejor para esconderme, por que en el frente tenía dos paredes al costado, que tapaban una galería. Me acurruco en una esquina con fuerzas, y veo que el nene era rojo (ahora yo ya no estaba con ningún nene de la mano), y tenía la piel rara. Siento miedo por él, y lo llamo mudamente para que venga a esconderse conmigo. Él viene, y lo abrazo. Luego sale una mujer de la casa, y nos mira. Puedo sentir que no dirá nada a nuestros atacantes, que nos protegerá… pero luego llega un viejo con ua maleta amarilla y vieja. Saluda a la mujer y nos mira. Siento que está loco, y por eso nos puede descubrir con los apedreadores. Con terror, miro como camina hacia nosotros, pero me relajo al ver que sólo deja su maleta frente nuestro para cubrirnos.
Luego vino la espera… Yo miraba de reojo hacia lo más alto del paredón para ver si alguien nos descubría, y en un momento vi aparecer una cabeza, y supe que era el fin.
Estaba sentada en el piso rojo de la galería, y coloqué el chiquito en el hueco que formaban mis piernas, y lo abracé envolviéndolo completamente para que no recibiera ningún daño. Estaba dispuesta a morir con tal de que no lo lastimen. Sólo sentí la primera piedra golpear mi brazo, y dolió, pero fue un dolor lejano, ajeno a mi.
Después de eso, yo soy el chiquito, y me veo caminar por el frente de la casa donde nos habían atrapado. Tenía la certeza de haber muerto, pero quería estar segura. Ahora el lugar tenía un aspecto más pobre, y en lugar de un piso rojo, la galería tenía u piso de madera que dejaba ver la tierra entre tablón y tablón. Lo voy recorriendo con la vista y era normal, hasta que llego al rincón donde me apedrearon, y veo en la tierra una tumba cubierta con un plástico blanco. Era mi tumba.
Y no recuerdo más.

jueves, 9 de julio de 2009

De ratas, fuego, alas rotas y anos carnívoros...

Estos son sueños de tres noches distintas. Empezaré cronológicamente:

Soñé que estaba en un lugar de vacaciones. Se me hacía que era un camping, por que veía mucho pasto y árboles. No sé que hacía, pero en un momento miro hacia un lado y veo un hombre con un chiquito sentado en sus piernas mientras estaban en parte sumergidos en el agua. Se veía como un lago, por que no había arena ni olas, pero yo pensaba que era un mar. Enseguida me lamento por estar por ahí bobeando en lugar de estar metida en él (a mi me fascina el mar), pero pienso en ir a buscar a mi primo para que vayamos juntos (por que a él también le gusta mucho). Empiezo a caminar por el pasto verde, y en un momento cae una colilla de cigarrillo al pasto, y como éste estaba muy seco, enseguida empieza a chispear y a hacer llamas muy pequeñitas. Tenía la certeza de que no había sido yo la que tiró el cigarrillo, y por eso no tenía intenciones de apagarlo. Dudaba de si pisarlo o no, pero estaba descalza, y eso me decidió por el no. Lo dejo ahí -con la culpa ya carcomiéndome- pero en unos segundos veo como lo que era un pequeño fuego se fue desparramando. Pero no es que creció, si no que se extendió como si alguien hubiera rociado queroseno sobre la tierra. Fue en cámara lenta, y vi como se dibujaba una delgada línea de fuego alrededor del todo campamento. Era muy hermoso a la vez que terrible. Hay alarma, y me siento más culpable aún, así que sin importarme si me quemo los pies me pongo a pisotear el fuego. No sé si lo apagué, por que no recordé más.

En el otro, soñé con algún bicho alado. Tengo la impresión de que era un murciélago. En ningún momento lo vi, pero lo que si escuché, fue el ruido de unas alas quebrarse, partirse. Era un ruido apagado, amortiguado; más que oírse, se sentía. Lo sentí en mi propio cuerpo, como una vibración. Y supongo que era de un murciélago por que tenía la certeza de que eran alas muy, pero muy frágiles. Luego veo una rata sobre un riel de tren. Era todo oscuro, y sólo se divisaba la rata marrón sobre el riel plateado, pero lo raro era que yo no pensaba en el riel como tal, si no que le decía traviesa (la madera que une los rieles) una y otra vez. Pensaba: "una rata sobre las traviesas del tren". Ése era mi mantra. No sé que sentía, tal vez sólo asombro.

(El último es por demás raro y bastante espeluznante. Soñé que veía una boca llena de dientes feos (no podridos, ni rotos, ni amarillos), que estaban en una disposición muy rara. Me recordaban a la parte central de las plantas carnívoras de mi imaginación. La sorpresa verdadera, fue que al alejarme del primer plano de esa boca, pude ver que no era una boca. Era un ano. Asqueroso, muy asqueroso. No le veía la cara al tipo que lo portaba, pero si las nalgas, y era gordo, muy gordo. Yo pensaba: “y claro, con todo lo que come tiene que cagar bien grande, y por eso lo tiene de ese tamaño”. Lo miraba y sentía repulsión, pero a la vez no le podía quitar la vista de encima. Por dentro era negro, y se veía movimiento, y hasta creí verle labios morados. Lo dientes seguían ahí, en esa posición circular. Me daba miedo y asco. Y encima tenía la impresión de que ese gordo no era el único con esa deformidad. Podía sentir la presencia de otro gordo más…

Y no recuerdo más.