La vida Onírica

Oniros, uno de los mil hijos de Tánatos, conocido también como Morfeo por su capacidad de tomar la forma de seres humanos y mostrarse en sueños.

sábado, 1 de agosto de 2009

De árboles guardianes y gatos...

Soñé largo y tendido, pero por más que trate de recordar mucho, no puedo.
Estaba en un lugar al aire libre del que poco y nada recuerdo. Me estaba escondiendo de alguien, y me coloco tras un árbol, pero en vez de quedar tras él, quedé entre éste y otro. Eso significaba que no quedaba oculta, sólo custodiada por los dos troncos. Estaba quieta ahí, y si bien no sentía miedo, estaba paralizada. Tenía intenciones de moverme para delante, pero los árboles practicamente tenían las raíces muy juntas y me impedìan el paso. Estaba oscureciendo, y veo que alguien camina hacia mí. No sé si era hombre o mujer, pero recuerdo un cabello largo y negro. Me miraba sin mirarme, y yo pensaba que se debía a que estaba camuflada por los árboles y la oscuridad. Pero de repente me ve realmente, y ahí me doy cuenta de que en realidad esa persona no era la que me buscaba, porque no me daba miedo que me haya visto. El problema fue que los árboles me sujetaron por los brazos y me tendieron en el piso.
Ahora yo era una nena que miraba la escena, arrodillada a un lado de donde tenían sujeta a mi yo adulta que vestía una camisa blanca. La persona de pelo negro se sienta encima de la panza de mi yo adulta. Yo (la nena) le grito que no me viole, pero no se oye nada, ni tampoco muevo la boca; lo hago mentalmente. De un tirón veo como le abren la camisa a la yo adulta, pero no siento miedo ni nada, y la yo tirada tampoco. La yo niña se tira sobre la adulta y comienzo a llorar, pero era un llanto carente de angustia, raro. Ya no había nadie más ahí.Vuelvo a ser yo grande, y me siento tirada en el piso, y veo para un costado como un gatito muy pero muy bebé caminando por un piso de cerámica, muy parecido al de mi casa. Veo que es perseguido por mi gata, que le quiere hacer daño, y yo no entendìa por qué lo hacía, porque supuestamente mi gata era la madre del gatito. Veo como lo dobla en ángulos poco probables, pero el pequeño animalito seguía moviéndose como si nada. Luego viene la nada, y cuando vuelvo a tener una imagen, veo que el gatito seguía sobre el mismo piso, pero que ahora había crecido y se había transformado en mi otra gata (la que es realmente mía y amo mucho). Yo sigo en la misma posición en la que me habían dejado los árboles, pero estirando una mano la comienzo a acariciar, y mientras tocaba la hermosa textura de su pelaje gris me preguntaba como alguien podía querer dañara un ser tan hermoso. Y miraba su hocico de perfil, todo gris, casi plateado, con la manchita café con leche entre los ojos. Y la toqueteaba toda; su pancita, el lomo, las orejas... estaba tan pero tan feliz de poder acariciarla.

Y no recuerdo más.

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